Christian Tosar Vázquez.
Fotografía 1: Vista general de los pilares.
Fotografía 2: Detalle par de pilares.
Fotografía 3: Detalle del apoyo.
Castillo de Ponferrada, León.
Estructura de madera laminada de conífera al exterior separada del suelo y bajo cubierta (Clase de uso 2). Estructura al parecer instalada hace 10 años, relacionada con la restauración del Castillo.
Sin embargo, en la práctica, el alero de la cubierta es insuficiente.
Prueba de ello se muestra en la Fotografía 1, donde se ve un mejor estado de conservación en la parte más alta de los pilares, debido a que es la zona de efecto de protección real que reciben estos.
En cuanto a la parte restante de los mismos, con ayuda de la Fotografía 2, se aprecia que las lluvias y vientos dominantes inciden en la cara frontal y derecha de los pilares, provocando que el pilar derecho de cada par de pilares proteja al pilar izquierdo, parapetándolo.
Al tratarse de una clase de uso 2 teórica, y una madera de una clase de durabilidad 4 (siendo conífera, es muy probable), según la Norma UNE-EN 460 no es obligatorio aplicar un tratamiento protector, aunque es recomendable. De hecho se aprecian deslavados (Fotografía 2) de un barniz o lasur superficial. Es muy probable que no exista tratamiento protector en profundidad.
En adición, las testas de las vigas de la cubierta están protegidas en la teoría por la cubierta pero no en la práctica. Se intuye en la foto marcas de agua y ataque por lo menos de hongos cromógenos de tonalidad oscura.
Con todo, a pesar de los daños que presenta la estructura a nivel superficial no supone por ello más problemas que el del aspecto estético, el cual es importante estudiar, ya que esta construcción se halla en el interior de un monumento de interés turístico.
Si esta estructura se localizase en Galicia, presentaría con casi total seguridad ataques más extensos y severos (como ataques por hongos de pudrición o carcomas) que los de la presente obra estudiada. Esto es debido a que el Castillo está situado en León, una provincia que tiene casi la mitad de días de lluvia al año y un tercio de mm de agua totales anuales respecto a Pontevedra.
En cuanto a la clase de uso real y al tratarse de elementos degradados verticales, expuestos a la intemperie y separados del suelo, hablamos pues de una clase de uso 3.1. Por lo que, según la EN-460, suponiendo una clase de durabilidad 4, "la durabilidad natural puede ser suficiente, pero puede ser necesario un tratamiento protector según la especie de madera, su permeabilidad y su uso".
Nota sobre la Fotografía 3:
Es llamativo lo que cambia la separación del suelo en lo relativo tanto en aspectos normativos como de conservación de la estructura. Si esa separación metálica no existiese, la madera estaría en contacto directo con el suelo, lo cual la estructura pasaría de estar en una clase de uso 2 o 3.1 a una clase de uso 4.
Es importante fijarse que según el capítulo 3 del DBSE-m, éste establece un requerimiento de penetración del producto protector NP4, de "al menos 25 mm en todas las caras de la pieza", para la clase de uso 4. En el apartado 5c de este mismo punto, "en el caso de protección para clases de uso 3.2 ó 4, se realizará sobre las láminas previamente a su encolado". (Esto siempre y cuando la especie de madera sea impregnable 1). Esa separación marca la diferencia entre emplazar esos pilares de madera sin ningún tipo de tratamiento a posteriori en fábrica, a tener que aplicarle un tratamiento en profundidad mediante inmersión o autoclave incluso antes del ensamblaje de las láminas de madera.
Recomendaciones:
En cuanto a las testas de las vigas que sustentan la cubierta, se recomienda primeramente sanearlas y colocar sobre ellas una pieza metálica inoxidable de igual sección con el fin de protegerlas de viento y lluvia. En este caso no se plantean piezas de sacrificio debido al difícil acceso a las vigas.
En cuanto a los pilares, se plantearía o bien establecer un sistema de mantenimiento y barnizado regular cada muy pocos meses o bien aumentar el vuelo de la cubierta.
Otra recomendación podría ser la combinación de ambas. Es decir, aumentar el vuelo de la cubierta lo suficiente para que el tramo de pilar que quede aún expuesto al clima esté a una altura cómoda y fácil de trabajar, mantener y revisar, con el fin de evitar el uso de escaleras, ahorro en costes de producto protector y otros materiales como lijas o cepillos, mayor seguridad, etc.